29 janeiro 2007

 

Editorial 8º semana, por Ryszard Kapuscinski



Con certa frecuencia me da por pensar que vivimos o final dun ciclo de grandes homes. Por suposto, a roda cíclica da historia proveerá á humanidade de espíritus libres e mentes clarividentes até o final dos seus días. Pero certas épocas actúan coma un morteiro de personalidades ilustres, admirables, que escriben a historia con palabras precisas, poñendo o peldaño para o seguinte e impredecible paso do ecléctico colectivo humano. Son estes cronistas os que, facendo esa laboura de espello de cuarto de baño, permiten que vexamos sen luces, sen decorados, sen maquillaxe, o rostro amorfo da desigual sociedade global que estamos a construir. Pero calquera destes dias (e queira Deus que tarden máis do que temo) nos quedamos sen Casaldáliga, ou sen Galeano, como agora vimos de quedarnos sen Kapuscinski.
Contareilles unha mentira piadosa, e direilles que lle pedín ó insigne pelegrín da verdade, que escribira esta póstuma editorial. E direilles que aceptou, e que coa amabilidade e sinxeleza que o caracterizaron, escribíu para vostedes unhas liñas e fíxomas chegar, non direi o xeito, para situar o rinran nun nivel que dificilmente poderá superar quen, con sinceira adicación, teclea esta sección semanalmente. Espero non ter cabado a miña fosa virtual.

Con vostedes, Ryszard Kapuscinski.


“Estamos encarando unos fenómenos nuevos en la historia de la humanidad para los que no tenemos ni siquiera un lenguaje propio que los describa. En el mundo actual ya no hay certezas y estamos a la búsqueda de nuevas definiciones. Lo único que podemos hacer son reflexiones parciales y temporales.
La civilización moderna en Occidente se basa en el entretenimiento. Es una cultura de la alegría consumista, de las eternas vacaciones, del turismo, del ocio, del tiempo libre, de las compras sin fin. Los líderes de estos países saben que una sociedad así, hedonista, lo último que quiere saber es de víctimas y de guerras. Pero al mismo tiempo, el mundo occidental necesita fortalecer su presencia en el mundo, mantener sus reservas de gas y petróleo y todas las cosas que se derivan de este imperativo. Y esto sin poner en contra a la opinión pública de sus países, incluso diría de nuestros países. Por ello tuvimos que inventar un método que, por un lado, permita a la sociedad continuar con su ritmo de consumo y su vida dedicada al ocio y, por el otro, simultáneamente, conserve nuestros recursos y nuestra influencia en el mundo. De ese dilema viene el concepto de guerra sin víctimas, único en la historia de la humanidad.
La escena del cadáver del piloto de avión arrastrado por las calles de Mogadiscio durante la intervención norteamericana en Somalia indignó de tal manera a la opinión pública de su país que obligó a la administración de George Bush a ordenar la salida inmediata de Somalia. La única manera de justificar las guerras y mantenerse en el poder es que éstas se desarrollen sin víctimas.
Este tipo de guerra es posible gracias a un enorme y rápido desarrollo electrónico y tecnológico, son guerras informáticas, y gracias a un elevado gasto militar, ya que son guerras costosísimas, porque todos los dispositivos de esta nueva guerra cuestan fortunas. La tecnología y el dinero permiten inventar esta nueva estrategia y nuevo modelo de guerra, basado en la información y en la comunicación y que requiere fondos sin límites para inventar y desarrollar aviones o tanques sin piloto, con todo su sofisticado sistema a control remoto. Eso se usó por primera vez en Irak, luego en Kosovo y ahora de nuevo en Afganistán.
Sin embargo, ya sabemos lo que ese tipo de guerras significa. Aunque salve a nuestros soldados, simultáneamente implica enormes pérdidas en esos países. Se trata de un bombardeo inclemente. Se destruyen puentes, carreteras, cuarteles, edificios y se causan muchas víctimas, la mayoría de civiles inocentes.
Claro que las sociedades que son víctimas de estas nuevas guerras sin soldados albergan un enorme sentido de venganza y de buscar hacer daño, y por ello el terrorismo crece. La guerra contra el terrorismo, con estos métodos, es fuente de más terrorismo y todo deriva en un círculo vicioso”.

Comments:
clarito como el agua
 
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